CRÓNICAS HISTÓRICAS:
El Cotopaxi es uno de los volcanes más activos del
Ecuador y, por lo tanto, existe un apreciable número de crónicas históricas que
comienzan en la época de la conquista española. La mayoría de ellas fueron
recopiladas por Hantke y Parodi (1966), Hradecka et al. (1974), Hall (1977),
Simkin et al. (1981), Barberi et al. (1995). Dichas crónicas confirman que en
los últimos 466 años, han ocurrido solo 4 episodios lahariticos de grandes
dimensiones: en 1534, 1742-1744, 1768 y 1877.
El estudio estratigráfico de los depósitos (Barberi
et al., 1992) ha identificado estas cuatro erupciones y relacionado con los
correspondientes niveles de tefra reconocibles en el terreno.
Almeida (1994) distingue cinco períodos eruptivos
en la actividad histórica del Cotopaxi. Exceptuando el último, que corresponde
a la erupción de 1877, que se halla bien documentado, los datos históricos
sobre los cuatro restantes son bastante escasos y fragmentarios.
Las crónicas de Sodiro (1877) y Wolf (1878)
presentan información sobre algunos lahares históricos del Cotopaxi.
Adicionalmente, existen testimonios de eventos laharíticos anteriores a la
conquista española que produjeron muerte y destrucción entre la población
indígena (Cieza de León, Agustín de Zárate, citados en Wolf, 1873). Agustín de
Zárate menciona un pequeño pueblo, denominado "La Contiega", que fue
alcanzado por la onda de crecida de un flujo de lodo. Desafortunadamente, no ha
sido posible hasta ahora determinar su ubicación, pero, no obstante, éste sería
el primer asentamiento humano destruido por un lahar del Cotopaxi, del que se
tiene noticias en la historia del Ecuador.
A pesar de que se conoce poco sobre el lahar de
1534, las crónicas hablan de una "lluvia de cenizas" que afectó al
pequeño ejército de Pedro de Alvarado, que en ese momento se encontraba
movilizándose por el pie de la Cordillera Occidental (Wolf, 1878). Según el
mismo autor, la población indígena que resistía a los conquistadores españoles,
interpretó este fenómeno natural como una señal premonitoria contraria a esa
causa.
La descripción más clara parecería ser la de
Agustín de Zárate, que menciona "una corriente de agua y piedras".
En 1742 ocurrieron dos eventos laharíticos,
descritos por Pedro Muñoz de Chamorro, escribano de Latacunga, quien advierte
su enorme fuerza destructiva, cuando habla de puentes destruidos y molinos
invadidos por los torrentes de lodo y piedras.
Wolf (1878) describe a estos episodios como
"una enorme lluvia de arena y ceniza", a la cual siguieron
"grandes avenidas de agua y lodo"que, dirigiéndose a lo largo de los
valles que nacen en el volcán, devastaron todo lo que encontraban a su paso. El
mismo autor sostiene que, a partir de 1742 y por la actividad del Cotopaxi,
comenzó la decadencia de la provincia de León o Latacunga, antes muy rica y
fértil.
En 1744 ocurrió una erupción explosiva, tipo 1877,
con fusión de la nieve y formación de flujos de lodo destructivos en las tres
principales cuencas hidrográficas que nacen en el Cotopaxi (Pita, Cutuchi y
Napo). Existen varias crónicas sobre los daños causados por dichos flujos de
lodo; la población de Napo fue alcanzada y destruida después de 6 horas del
inicio de la erupción. En la ciudad de Latacunga se dañó el Colegio de la
Compañía de Jesús y la Plaza Mayor de la ciudad.
En 1766, los flujos de lodo desencadenados por la
erupción inundaron la planicie de Latacunga y acumularon tal cantidad de
materiales, que el Río Alaquez fue obligado a cambiar su curso.
La erupción explosiva de 1768 estuvo caracterizada
por una lluvia inicial de bombas, que provocó algunas víctimas en Mulaló. Luego
continuó con una lluvia de cenizas y lapilli, la lava emergió del cráter,
originando lahares que volvieron a devastar los valles de Chillo y Latacunga,
causando ingentes daños materiales y víctimas. La ciudad de Latacunga fue, otra
vez, gravemente afectada. En Tumbaco se destruyó un puente por efecto del
lahar, que tomó una hora y media en llegar hasta el sitio.
No obstante, y contrariamente a lo que hasta ahora
se suponía, el evento de 1768 tuvo menores dimensiones que el de 1877; esto se
deduce de la información respecto al Inventario de Producción de la Fábrica
Chillo, de fecha 22 de Septiembre de 1768 (cinco meses después de ocurrido el
evento), que no indica novedades y, más bien, da cuenta de un apreciable envío
de productos terminados. En vista que la fábrica estuvo ubicada justo en la
orilla del Río Santa Clara, este hecho admitiría, como única posibilidad, la
que el lahar no tuvo un caudal suficiente para desbordar el cauce del Río Pita,
en el sitio "La Caldera" El Libro de Cuentas de la Hacienda Pedregal
incluye los recibos de la producción de quesos de dos meses consecutivos; abril
y mayo de 1768. De estos puede deducirse, que en esa hacienda ubicada bastante
más cerca del volcán, los daños tampoco fueron graves (Archivo Nacional: Serie
Haciendas, 1768; Temporalidades, 1768).
Años más tarde, la Hacienda Chillo Compañía,
incluida su floreciente fábrica de tejidos, pasó a ser de propiedad de la
Familia Aguirre hasta que fue destruida por el paso del flujo de lodo del 26 de
junio de 1877.
La erupción de 1853 produjo, aparte de la caída de
cenizas y la formación de lahares, una colada de lava que se desplazó sobre la
pendiente oriental del cono para bifurcarse en la parte inferior. Esta colada
la utilizó Reiss como camino para su ascensión al cráter en 1874. Un viajero
alemán que se encontraba de paso, H. Karsten, describió también esta erupción
(Wolf, 1878). Según Sodiro (1877), se tiene noticias sobre 3 lahares producidos
por este evento que ocurrió en el mes de septiembre; uno de estos, el del día
13, está descrito por el Gobernador de la Provincia en un informe remitido al
Gobierno Central. En él se habla de la inundación de la planicie de Latacunga.
Entre 1855 y 1866 se verificaron por lo menos
cuatro erupciones pequeñas y no muy bien descritas en las crónicas.
Después de la gran erupción de 1877, en el período
1878-1885, han ocurrido varias erupciones explosivas menores que han emitido
nubes ardientes, flujos de lava y originado pequeños flujos de lodo.
Parece que después de 1885, aparte de la erupción
no verificada de 1942, el Cotopaxi ha permanecido inactivo hasta el presente.
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